domingo, 29 de marzo de 2009

"Before the Dawn Heals Us"

Creo que debo empezar esto aclarando una palabra que va a estar bastante presente en esta reseña y que creo que no mucha gente conoce, porque mucha gente es normal y no se pone a buscar géneros musicales en Wikipedia cuando no hay nada mejor que hacer. En fin, la palabra es shoegazing, que literalmente significa algo así como "ver tus zapatos muuuy atentamente", y que es una especie de subgénero del rock que surgió a finales de los 80s y que quedó definido en su totalidad en el álbum "Loveless" de My Bloody Valentine en 1991. "Loveless" y el shoegazing, se definen por un sonido muy dependiente en el ruido. Crear distorsiones, resonancias y demás experimentos para llegar al punto máximo del shoegazing: la pared de ruido. Así que shoegazing es eso, rock relativamente despreocupado de escucharse bien y más bien interesado en crear desmadre. Entre sus otros exponentes se encuentran Asobi Seksu, Silversun Pickups, hasta cierto punto Sonic Youth, etc.

Y claro, M83.

Tengo que decir que lo que "Loveless" logró para el shoegazing en los 90s, M83 lo hizo por el mismo en los 2000s, quizá un poco menos definidamente, considerando que "Before the Dawn Heals Us" sólo fue lanzado en 2005. Mientras "Loveless" revivía la idea del punk de utilizar la música como herramienta para ventilar enojos e ira, "Dawn Heals Us" se enfocó más a utilizar el ruido netamente electrónico de estos hijos de Daft Punk (probablemente la mayor influencia en lo que ya se puede llamar una escena de música electrónica francesa netamente distinta a la de otros países) para crear, más que paredes, paisajes sonoros. La frase de paisaje sonoro se ha utilizado en incontables ocasiones para describir toda esa música que a los críticos les encanta ponerle post- al principio (post-rock, post-punk, post-electronica, post-folk, post-psicodelia, post-polkamariachi), y en este caso no le queda mal el saco a M83, que con toda facilidad pueden ser los precursores del post-shoegazing. 

Empecemos con unos cuantos datos. M83 inició en algún lugar de ensueño de la Francia actual con el fatídico encuentro de Nicolas Fromageau y Anthony González. En 2001 sacaron su début homónimo y en 2003 el, basándome en lo que he escuchado, también genial "Dead Cities, Red Seas & Lost Ghosts" (Ciudades Muertas, Mares Rojos y Fantasmas Perdidos). Esto coloca a "Dawn Heals Us" como el tercero en su cronología, y último antes de que Fromageau dejara el grupo (algo que, cuando reseñe "Saturdays = Youth" de 2008, admitiré que no afectó demasiado la calidad de la música de Gonzalez). Inevitablemente, he de contrastar "Loveless" y "Dawn" una última vez. El primero fue ruido y experimentación, rock e ira, en el segundo queda algo del ruido, y toda la ira (en algunas canciones, claro), pero sólo lo más mínimo posible del rock. M83 se destaca de prácticamente cualquier otro conjunto de shoegazing por el hecho de tocar música primordialmente electrónica, lo cual constituye su más grande punto a favor.

Ahora, "Dawn Heals Us" como tal se siente casi como un muestrario de emociones y paisajes. Por ejemplo, mi favorita indiscutible, "Don't Save Us From the Flames" (No nos salven de las llamas), muestra un paisaje sonoro abrumador y francamente pesado, pero curiosamente animoso y vivo (a pesar de que las letras son todo lo contrario, como la icónica "a piece of brain in my hair"(un cacho de sesos en mi cabello)). Luego, la anteriormente mencionada "Lower Your Eyelids to Die With the Sun", sinfónica, "instrumental", etérea, cuasi-divina en su jodida belleza. "Can't Stop" es lo mismo pero con vocales. Con su balance de silencio absoluto/ruido destroza-cráneos, "*" no es nada menos que demencia y algo así como desórden bipolar. Reto a cualquiera a no sacarse de onda y casi cagarse del susto con las letras y la narración de "Car Chase Terror" y a no querer sonreír como niño en dulcería de Disney World con los sonidos de cuetes de "Let Men Burn Stars". Y apenas vamos seis de las quince piezas, casi una hora en total, que conforman este discazo.

En fin, lo más destacable de todo este asunto, me parece que tendría que ser la forma en que la música ha evolucionado para permitir el uso de experimentación y elementos electrónicos sin que a estos se les siga viendo con desdén, y sobre todo, la forma en que los mismos se han reivindicado con artistas como M83 y discos como este, donde los sintetizadores, máquinas de batería y demás son indispensables para crear música de tal belleza y emotividad.

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I guess I should begin this by defining a word that will be showing up in ths review quite a bit and that I think most people don't know, considering most people are relatively normal and don't search music genres on Wikipedia when they've nothing better to do. Anyway, the word is shoegazing, and it's something of a rock subgenre that came to being in the late 80s but was completely defined in 1991 with My Bloody Valentine's album "Loveless". "Loveless" and, by extension, shoegazing itself are defined by their noise-reliant sound. Creating distortion, resonances and such to achieve the ultimate shoegazing feat: a wall of noise. So shoegazing is that, rock that doesn't mind so much about sounding nice, but rather interested in raising hell. Amongst other shoegazing artists are Asobi Seksu, Silversun Pickups and, to a certain degree, Sonic Youth.

Also, M83.

It must be said that what "Loveless" did for shoegazing in the 90s, M83 did for it in the 2000s, perhaps in a less-defining way, considering "Before the Dawn Heals Us" was only released in 2005. While "Loveless" revived the punk ideal of using music as a tool for venting anger and rage, "Dawn Heals Us" focused more on using the electronic sound of this sons of Daft Punk (probably the single greatest influence in what can now definitely be seen as a scene for new French electronic music unlike any other country's) to create, more than walls of noise, sonic landscapes. Sonic landscape seems to be one of those terms that have gained popularity recently, specially in critics' reviews of music labelled post-something (post-rock, post-punk, post-electronica, post-folk, post-psychedelic, post-polkamariachi), but that sort of fits M83 as they could be considered the front figures in post-shoegazing.

Let's begin with some data. M83 was born somewhere in magical, modern-day France, from the fateful encounter of Nicolas Fromageau and Anthony Gonzalez. Their eponymous debut was released in 2001, followed in 2003 by the, from what I've heard, also fantastic "Dead Cities, Red Seas & Lost Ghosts". This puts "Dawn Heals Us" as the third in their chronology and final one before Fromageau left the band (something that in my review for 2008's "Saturdays = Youth", I will admit, didn't seem to do much to affect the quality of Gonzalez's work). Inevitably, I shall compare "Loveless" and "Dawn" one final time. The first was all noise and experimentation, rock and rage, for the second the rage remains untarnished (only on some tracks, however), the noise is still there, but there's only a minimal trace of rock left. M83 sets itself apart prom pretty much all their shoegazing peers by their playing of primordially electronic music, which also happens to be their greatest strength.

Now, "Dawn Heals Us" as such feels like a sampler for emotions and landscpaes. For example, my absolute favorite, "Don't Save Us From the Flames" shows an overwhelming and simply heavy, but curiously lively landscape (despite the clashing lyrics, specially the iconic "a piece of brain in my hair"). Then, the already-mentioned "Lower Your Eyelids to Die With the Sun", symphonic, "instrumental", ethereal, almost divine in its fucking beauty. "Can't Stop" is the same deal but with vocals. With it balance between absolute silence and skull-shattering noise, "*" is nothing but dementia and something of a bipolar disorder. I dare anyone not to be freaked out and not shit themselves in fear with "Car Chase Terror"'s lyrics and narration and to not smile like giddy children in a Disney World candy shop with "Let Men Burn Stars" and its fireworks sounds. And that's only six out of fifteen tracks that constitute this huge fucking album.

Anyway,what is most important in this whole deal is the way in which experimentation and electronic instruments have come such a long way and are no longer seen disdainfully, and specially, the way these have been vindicated at the hands of artists such as M83, for whom synths and drum machines are absolutely necessary in order to create music of so compelling beauty and emotivity.

viernes, 20 de marzo de 2009

"¿Quis Custodiet Ipsos Custodes?"


O "¿Quién vigila a los vigilantes?", frase atribuida al poeta romano Juvenal, y la base del título de la famosísima novela gráfica "Watchmen" (Los Vigilantes) escrita por Alan Moore e ilustrada por Dave Gibbons, y la subsecuente adaptación cinematográfica dirigida por Zach Snyder (tanbién director de la adaptación de cómics, "300").

Empecemos con la novela. Escrita y lanzada por tomos entre 1986 y 87, rápidamente se volvió una obra de culto y reconocimiento mundial. Moore ha planteado y replanteado el propósito de "Watchmen" (nada raro para el que es, a todas luces, un genio loco, dispuesto a rechazar ganancias millonarias, mostrándose renuente a que su trabajo se adapte al cine, escribiendo adaptaciones eróticas de historias de niños clásicas y viéndose así en su propia boda) varias veces a lo largo de los años, pero la constante parece ser la intención de deconstruir el arquetipo del superhéroe con los personajes de y el mundo en que viven. Un mundo atorado en un 1985 de Guerra Fría a punto de estallar entre estadounidenses y soviéticos, de paletas de colores pastel y neón, de vigilantes penados por la ley, de depravación y maldad. Un mundo que sólo se diferencía del nuestro circa 1985 por que Nixon sigue siendo presidente de Estados Unidos, quienes ganaron la guerra de Vietnam y porque es vigilado por desviados sexuales, sociópatas con ideales irreales del bien y el mal, una bomba atómica humana apática, un genio cuasi-deificado y otros sacados del expediente de casos de ensueño/peores pesadillas de un psiquiatra promedio.

Estos personajes son Rorschach, el loco sádico que ve el mundo en blanco y negro y se deleita en erradicar la maldad de raíz en la forma más lenta y dolorosa posible; Nite Owl (Búho Nocturno) II, sucesor del Búho original, heredero de un imperio millonario, aficionado de los aparatejos tecnológicos, de los cuales ha creado varios (cualquier similitud con cierto Hombre-Roedor-Alado es mera coincidencia), con disfraces y hasta un medio de transporte basado en su animal espiritual; Silk Spectre (Espectro de Seda) II, sucesora algo involuntaria de la Espectro original (su propia madre), renuente a utilizar el hecho de ser mujer y sexy para explotar su imagen comercial como lo hizo su predecesora, pero indudablemente fascinada por el aspecto sexual de luchar contra el crimen; The Comedian (El Comediante), cínico y voraz clon de Rambo, "All-American Hero" por excelencia, dotado con la increíble capacidad de reírse de todo, especialmente de los seres humanos a quienes ve como el mejor chsite de la creación; Ozymandias, el hombre más inteligente del mundo, con control absoluto sobre su cuerpo, sus ambiciones, su increíble fortuna y prácticamente todo sobre la tierra a excepción de su ego; y, por último, Dr. Manhattan, el único del grupo con superpoderes reales y que puede ser resumido a la perfección con la cita de la novela: "Dios existe, y es estadounidense".

Es en la caracterización y creación de estos personajes que el genio de Alan Moore brilla en todo en su esplendor. Aún alguien poco aficionado y conocedor de los cómics como yo pudo apreciar, la primera y hasta ahora única vez que leí la novela, que "Watchmen" es el ejemplo perfecto de esas obras que le hacen tributo a su medio usando la sátira y hasta cierto grado, la burla. En casi todos los cómics, los héroes son gente de atributos morales intocables, genios y seres inexorablemente buenos, de quienes el público no duda ni desconfía, sino todo lo contrario. Este no es el caso con "Watchmen", donde ser un héroe enmascarado ya es ilegal, donde desde sus orígenes a los mismos se les ha llamado corruptores de la moralidad, pervertidos sexuales, riesgo para la sociedad, y donde varios atentados los han llevado a ser criaturas en vías de extinción, con Dr. Manhattan y El Comediante como los únicos legalmente en activo y trabajando para el gobierno, y con Rorschach como el único aún vigilando ilegalmente. En fin, en "Watchmen" la deconstrucción de todos los arquetipos de héroes y villanos de cómics están a la orden del día, y todos son abordados con el mismo grado de cinismo, frialdad, análisis psicológico y, claro, admiración. En medio de tanta demencia y desorden psicológico, lo más impresionante pero a la vez predecible es que te sea tan fácil identificarte con todos y cada uno de los personajes de alguna manera u otra.

Y esto es la novela.

La película se diferencia de esta en muchos sentidos, a pesar de ser una de las adaptaciones fílmicas más genuinamente fieles que recuerdo haber visto. En primera, la novela ilustraba hasta cierto punto el presente de cuando fue lanzada al mercado, el terror de la Guerra Fría, la amenaza nuclear, la proliferación de bandas callejeras temáticas, etc. La película, sin embargo, aparece casi 25 años demasiado tarde, por lo cual, sencillamente no puede dejar de ver el mundo de la novela con algo de nostalgia y el peculiar tipo de cariño olvidadizo que esta produce. Los 80s ya no son ese mundo de colores pastel y neón, en nuestra conciencia colectiva, se han venido a convertir en el tiempo de la exageración genial, del mal gusto y, por sobre todas las demás características, de la cultura popular como la suprema. Y es ahí que entra el punto de quiebre entre "Watchmen" novela y "Watchmen" película. La novela es filosofía, es análisis, psicología y deconstrucción. La película es tributo, admiración, simplificación y espectáculo. Donde la novela cuestiona el medio, la película lo celebra y explota. Y esto es claro desde los títulos que probablemente son de los mejores jamás producidos, resumiendo y metiéndonos de lleno al mundo del que formaremos parte las siguientes casi tres horas, donde a pesar de ser el 1985 de otro mundo, Warhol existe y pinta igual (aunque prefiera al primer Búho Nocturno como inspiración sobre, digamos, Marylin Monroe), y los montajes de música popular están al acecho en cada corte (algo que, sorprendentemente me gustó más que a casi todos los otros fans de la novela que sé han visto la película). Desafortunadamente, los brillantemente cinematográficos juegos de luces parpadeantes de la novela brillan por su ausencia en la película (¡oh, la ironía!).

En fin, hay que darle crédito a quien se lo merece. Alan Moore escribió una de las grandes obras de nuestro tiempo, Dave Gibbons fue parte absolutamente integral de esto, Zach Snyder demostró una tenacidad increíble para eventualmente lograr que la causa de sus pasiones tuviera su lugar en la pantalla grande, para adaptar lo inadaptable con minuciosa atención al detalle (tanto en la novela como en la película hay que fijarse en las caritas felices y los relojes, por ejemplo) y salir relativamente bien parado de todo el asunto. En resumidas cuentas, la película vale la pena verla, pero la novela... esa HAY que leerla.

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Or, "Who watches the watchmen?", a phrase attributed to Roman poet Juvenal, and the namesake of the world-reknown, Alan Moore-written, Dave Gibbons-illustrated graphic novel "Watchmen", and the following Zach Snyder-directed film adaptation (he also directed the comics-to-film adaptation of "300").

Let's begin with the novel. Written and periodically released between 1986 and 87, it quickly gained cult status and recognition. Moore has stated and re-stated his intentions in regards to "Watchmen" several times over the years (quite on track for whom is, by all means, a mad genius, considering his propensity to rejecting multi-million dollar revenues for his works' filmic adaptations, his erotic re-imagining of classic children's tales and the fact that he dressed like this for his own wedding), but the constant seems to be that of deconstructing the superhero archetype and that of the world superheroes tend to exist in. This world is one stuck in a Cold War-era, pastel and neon-colored, illegal vigilantism-, evil-and-depravation-heavy eternal 1985. A world only distinguished from our own circa that year by the fact that in it, the U.S. won Vietnam, Nixon is still its president and its vigilantes include sexual perverts, sociopath with unreal standards for good and bad, an apathic human atomic bomb, a god-like genius and several others taken straight out of your average psychiatrist's dream cases/worst nightmares file.

This characters are Rorschach, the crazy sadist with a black-and-white view of the world and that takes pleasure in pulling evil from its roots in the slowest, most painful way possible; Nite Owl II, successor to the original Nite Owl, heir to a billion-dollar empire, techno-gadgets fan and creator (any similarity to a certain Flying-Mammal-Man are mere coincidence), and owner of a costume and vehicle inspired by his spiritual animal; Silk Spectre II, the somewhat-by-force successor to the original Silk Spectre (her own mother), unwilling to follow her mother's steps in exploiting her sex appeal to commercialize her image, yet undoubtedly in touch with every possible sexual aspect of crime-fighting; The Comedian, a cynical, voracious Rambo clone and true "All-American Hero" with the amazing ability to laugh at anything, specially human beings, creation's biggest joke in his eyes; Ozymandias, the smartest man in the world, with absolute control over his body, his ambitions, his massive fortune and pretty much everything on Earth but his own ego; and finally, Dr. Manhattan, the only group member with true superpowers and perfectly resumed with the quote from the novel that states "God exists, and he's American".

It's in these characters' creation and characterization that Moore's genius shines the brightest. Even someone not THAT big on comics as myself was able to appreciate in my first (and so far only) reading of "Watchmen" that it's one of those perfect examples of works that pay tribute to their medium by way of satire and, to a certain degree, some mocking. In comics, heroes are usually beings with untouchable moral attributes, geniuses and simply good people that people never distrust or look down upon, but rather the opposite. Such is not the case with "Watchmen", where masked vigilantes are now outlawed, where, from their very conception, heroes were conceived as sexual perverts, a menace to society, corrupters of morality, and where several attacks have left them a near-extinct species, with Dr. Manhattan and The Comedian as the sole, government-funded still-active heroes and Rorschach as the lone, illegal one. Anyway, "Watchmen"'s deconstructions of comic book heroes and villains abound, all seen with the same degree of coldness, cynicism, psychological analysis and, of course, admiration. Amongst so much madness and psychological messes, the biggest surprise and also the most expected reaction is how easy it is for anyone to identify with all characters at least on some point.

And that's the novel.

The movie differentiates itself in several core aspects, despite being one of the most utterly faithful filmic adaptations that I remember seeing. First of all, the novel illustrated what, to a certain degree, was its present, with the threats of Cold War, nuclear war and themed street gangs all over the place. The movie, however, arrives almost 25 years too late, which means that it jsut can't help seeing the novel's world with a certain degree of nostalgia and its own brand of forgetful appreciation. The 80s are no longer that neon-and-pastel-colored era, and have instead been replaced on our collective conciousness as the time of cool over-the-top-ness, bad taste and, above all, pop culture as king. And that's the clearest breaking point between "Watchmen" the novel and "Watchmen" the movie. The novel is philosophy, analysis, psycholgy and deconstruction. The movie is tribute, admiration, simplification and spectacle. Where the novel questions the medium, the movie celebrates and exploits it. This becomes clear from the opening titles (amongst the most brilliant I've ever seen), where the world we're about to be submerged into for the next almost three hours is promptly summarized and introduced to us, a world where, no matter how alternate 1985 might get, we still have the same Andy Warhol painting the same way (even if he prefers a first Nite Owl as his inspiration over Marylin Monroe, for example), and where montages set to popular songs are sneaking behind every cut (something that I surprisingly enjoyed more than most other fans of the novel that I know have seen the film). Unfortunately, the novel's brilliantly cinematic flashing lights games are sadly absent from the film (oh, the irony!).

To wrap this up, credit where credit is due. Alan Moore wrote one of the most brilliant works of our time, Dave Gibbons is also an integral part of this all, Zach Snyder proved himself as an incredibly tenacious fan of the novel willing to go to great lengths in bringing the object of his affections's silver screen companion to fruition. to adapt the unadaptable with painstaking attention to detail (watch out for things like clocks and smiley faces in film and novel alike) and coming out of the whole ordeal relatively well-off. The movie is worth watching, but the novel... that one simply HAS to be read.

domingo, 15 de marzo de 2009

Lakai - "Fully Flared"

Creo que mi próxima reseña de disco tendrá que ser de M83, el ex-dueto francés que, junto a My Bloody Valentine, constituyen lo mejor que jamás le haya pasado al shoegazing. Hoy, de la nada, recordé este genial video (indudablemente de mis favoritos en YouTube), introducción de un comercial/largometraje de nombre "Fully Flared" para una compañía de tenis de nombre Lakai, y dirigido por Ty Evans, Spike Jonze y Cory Weincheque.

La canción de fondo es "Lower Your Eyelids to Die With the Sun" (Baja tus párpados para morir con el sol) del disco "Before the Dawn Heals Us" (Antes de que nos cure el alba) de, precisamente, Em-Quatre-Vingt-Trois.

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My next album review will probably have to be for one of M83's, the French once-duet that, along with My Bloody Valentine, constitute the best to ever happen to shoegazing. Today, out the blue, this brilliant video (one of my absolute favorites on YouTube); the introduction to footwear company Lakai's "Fully Flared" feature-length commercial directed by Ty Evans, Spike Jonze and Cory Weincheque; popped into my head.

The background song is "Lower Your Eyelids to Die With the Sun" off the "Before the Dawn Heals Us" album by none other than Em-Quatre-Vingt-Trois.

viernes, 13 de marzo de 2009

"We Are Beautiful, We Are Doomed"


Hay algo sobre "We Are Beautiful, We Are Doomed", segundo disco del conjunto británico Los Campesinos! que me hace considerarlo uno de los discos más representativos de lo que es mi generación. Empecemos con el hecho de que, de definir a Los Campesinos! en una sola palabra, la única elección posible tendría que ser "inmediatez". "We Are Beautiful" atraviesa diez canciones en treinta y dos minutos, lo que, si bien no coloca a Los Campesinos! al nivel de urgencia de, digamos, Anal Cunt y The Ramones (la primera que, junto a la popularidad del reggaeton, es el peor chiste que la música haya tenido que soportar a lo largo de su existencia y la segunda, que es la única "banda que cambió la música" que pudiera resumir su discografía en vivo con 15 minutos de batacazos al azar, una sierra eléctrica y dos gatos con el pelo lo suficientemente largo para cubrirles los ojos peleando dentro de una bocina encendida y puesta en el volumen más alto) sí los hace parecer bastante ansiosos. Considerando también que este fue el segundo disco que sacaron en 2008, Los Campesinos! ciertamente parecen únicamente querer acabar con todo este desmadre de una buena vez.

Luego, el brillante uso de las palabras de Tom & Gareth (una colaboración que, de haber algo de justicia en el mundo, eventualmente será para los 2000s lo que Lennon/McCartney fue para, bueno, toda la música hecha desde mediados de los 60) que empiezan con la homónima "We Are Beautiful, We Are Doomed" (Somos hermosos, estamos malditos/perdidos) que suena como el lema de todos los seres humanos con esa curiosa mezcla de ambición de comerse al mundo y baja autoestima tan común a las edades de entre los quince y veinticinco que hayan existido jamás. En la misma canción aparece la increíble "We kid ourselves there's future in the fucking | But there is no fucking future" (Nos engañamos creyendo que el futuro está en joder | Pero no hay ningún jodido futuro) que es una gran manera de resumir a una generación que se vanagloria en su desesperanza por el futuro y su hedonismo de "vive rápido y muere joven" y sin embargo está tan aterrada de la muerte que guarda sus momentos felices (joder) como una reliquia familiar en una cajita que solo se abre cuando lo único que se quiere es recordar, sin importar qué.

De igual manera, abundan las letras que parecen sacadas de la autobiografía colectiva de todos los galeses de la edades de los miembros de la banda y que conocen completamente la experiencias de, digamos, vomitar de madrugada en un campo de fútbol, no comer por tres días y sentirse salvado por un paquete de cigarrillos de £9 y pelear por una muchacha indiferente, deseándola por su fascinante aire de decadencia. De esta clase de escritura se infiere otra característica de la generación e inherente a la música de Los Campesinos!: el egocentrismo. Pregúntale a cualquier mayor de treinta que haya interactuado más que pasajeramente con adolescentes  y adultos jóvenes y "egocéntricos" seguro será una de las palabras que este mencione. También hay un poco de ese típico humor irónico de una generación que creció con los ochenterismos de lo cool y lo radical y que, a pesar de ver con absoluta claridad lo que realmente fueron los ochenta, los recuerda con cariño.

Por ahora, creo que he pintado la música de Los Campesinos! como algo decadente, feo y brutal. Pero tal juicio no podría estar más lejos de lo cierto. Creo que aquí vale la pena señalar a la banda musicalmente más parecida a Los Campesinos!, The Thermals, que son lo mismo pero en estadounidense y con menos del 50% del poder humano de los galeses (compárense los tres termales con los siete cultivadores). The Thermals se distinguen de los galeses por ser bastante más inteligentes y sin embargo menos mordaces en sus letras y por ser increíblemente más simples en lo musical. TT se escuchan como The Ramones aunque escriben como The Clash, mientras LC! escriben como Green Day pero se escuchan tan bien que ni "Rock the Casbah" se atrevería a burlarse de ellos. Y es que LC! usan su ventaja numérica a su favor yendo más allá del típico set punk/rock de guitarra, bajo y batería e incorporan una variedad de instrumentos de cuerdas, teclados y sintetizadores y hasta un sorprendentemente acertado xilófono. Si algo ha de quedar claro de lo que he escrito sobre esta banda, es que me encantas y que tengo mucho que agradecerles por todas esas tardes que he salido relativamente madreado de la chamba, únicamente sintiendo ganas de rock y "We Are Beautiful" ha llegado con un fulgor de trompetas y un halo divino a través de los audífonos para salvar mi día, al menos momentáneamente.

Así que viendo la música de Los Campesinos! como la generación a la que pertenecen uno se puede dar cuenta de que ambas son, por sobre todas las cosas, ambiguas. La rapidez del punk contra la progresión y paciencia de los arreglos casi-sinfónicos. La decadencia de las letras con lo bello de la música. La ambición del derrotado. La sabiduría del inmaduro.

Los Campesinos! - "You'll Need Those Fingers for Crossing"

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There's something about "We Are Beautiful, We Are Doomed", British group Los Campesinos! second album, that makes me think of it as one of the most representative records of our generation. Let's begin with the fact that, if I were to define Los Campesinos! in one word only, this one could be none other than "immediacy". "We Are Beautiful" goes through ten full tracks in thirty-two minutes, which doesn't precisely put them on level with the urgency of Anal Cunt or The Ramones (the first, along with reggaeton's current popularity, constitutes the single worst joke music has had to endure throughout its existence and the second is the only "band that changed the world" that could go through its whole recording history live with 15 minutes of random drumming, an electric saw and two cats with hair long enough to cover their eyes fighting inside a speaker that's on and at the highest volume) but sure makes them seem anxious.Considering also that this was no less than Los Campesinos!'s second album in 2008, they certainly seem bent on getting over this shit as soon as possible.

Then, Tom & Gareth's brilliant lyrics (a collaboration that, should there be any justice in the world, will be to the 2000s what Lennon/McCartney was to, well, all music made after the mid-60s), beggining with the eponymous "We Are Beautiful, We Are Doomed", a phrase that sounds like the catchphrase to all human beings between the ages of fifteen and twenty-five to have ever felt that curious mixture of unbridled ambition and low self-esteem so common to that stage of life. On the same track the brilliant "We kid ourselves there's future in the fucking | But there is no fucking future" makes its appearance, which brilliantly sums up a generation basking in its despair and "live fast, die young" hedonism yet so terrified of death that it keeps its glorious moments (fucking) as family relics stored in a tiny box, only to be taken in case of an extreme desire to remember anything at all.

Likewise we'll find lyrics that seem to be taken straight out of the collected autobiography of all Welsh people in the band members' age group, completely familiarized with the experiences of, say, puking on a football field, going three days without eating and feeling saved by a £9 pack of cigarettes and fighting for an indifferent girl that gives everyone the hots with her air of decadence. This is the kind of writing that makes you think of another characteristic inherent to both the generation and Los Campesinos!'s music: egocentrism. Ask anyone over thirty with more than a passing experience with teenagers and one of the words he'll invariably describe them with will be "egocentric". There's also quite a bit of that typical ironic humor of generation raised with eighties-isms of cool and radical aplenty and still capable of looking endearingly at those things despite having a clearer view of them now.

So far, I think I may have portrayed Los Campesinos!'s music as decadent, ugly and brutal stuff. But that couldn't be further from the truth. I think this is the best spot to mention what, musically speaking, is Los Campesinos!'s closest peer, The Thermals, who are the same thing but in the U.S. and with 50% the manpower (compare three thermals to seven peasants). The Thermals are distinguished from the Welsh by being quite smarter, yet less lyrically mordacious and musically simpler. While TT may sound like The Ramones and write like The Clash, LC! writes like Green Day but sound so good not even "Rock the Casbah" would dare look down on them. And it's just that LC! use their power in numbers to their favor, going well beyond the punk/rock guitar, bass and drums ensemble, opting instead for the inclusion of a strings section, keyboards and synths and a surprisingly befitting xylophone. What I really want to be left clear here is that I passionately love "We Are Beautiful" as it has come to my aid through my earphones with a chorus of angelic trumpets and a heavenly halo after work is done, I'm feeling relatively terrible and in the mood for nothing but rock.

Finally, looking at Los Campesinos!'s music as a reflection of its generation we can conclude that both are, above all else, pretty damn ambiguous. The urgency of punk with the patience and progression of a quasi-symphonic strings arrangement. The decadent lyrics with the beautiful music. The ambition of the defeated. The wisdom of the immature.

Los Campesinos! - "You'll Need Those Fingers for Crossing"

miércoles, 11 de marzo de 2009

Cuentos de hadas para adultos - Adult fairy tales

Algo que he notado en algunas reseñas de películas modernas, es la popularidad de la frase “cuento de hadas para adultos”. Creo que la película a la que con mayor facilidad se le ha asociado con este término hasta la fecha es “El Laberinto del Fauno” (2006) de Guillermo del Toro. Ejemplos de otras películas a las que, digamos, les queda el saco son “Magnolia” (1999) de Paul Thomas Anderson, “El Curioso Caso de Benjamin Button” (2008) de David Fincher y, en menor grado, “Los Niños del Hombre” (2006) de Alfonso Cuarón. Me parece que los elementos que todas estas películas tienen en común, y que las han llevado a ser portadoras de la misma etiqueta son la mezcla de elementos reales y fantásticos sacados de mitologías específicas para darle a cada cual su propio aire especial, la curiosa capacidad de los personajes de las mismas para aceptar los elemento fantásticos sin cuestionarlos, la seriedad y plausibilidad con la que los elementos de ambos mundos son tratados, entre otras que llevan a que estas películas se vean como se lee a Juan Rulfo y Gabriel García Márquez. En pocas palabras, los cuentos de hadas para adultos son el realismo mágico del séptimo arte.

“Fauno”, por ejemplo, se caracteriza de las demás por tomar los elementos mitológicos, no de un país, un pueblo o una cultura, sino de todo un continente. El ya-folclor de Lewis Carroll, los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen y todos los otros autores cuyo trabajo haya sido animado por Disney en algún momento, con un poco de mitologías griega y cristiana crean el innegable producto de una amalgamación netamente europea. El fauno mismo, por ejemplo, no es sino el nombre y la adaptación latina de los míticos sátiros griegos. Ofelia, la protagonista de la película, descubre algo que ni tenía idea que estaba buscando, precisamente gracias al hecho de perderse en un laberinto, algo en lo que un tal Teseo le lleva ya al menos un buen par de milenios de ventaja. El Hombre Pálido (el mono ese con ojos en las manos) y las ilustraciones de su guarida no se verían ni remotamente fuera de lugar en las fantásticamente absurdas imágenes de los maestros holandeses del siglo XVI Jheronimus Bosch y Pieter Bruegel el Viejo, o en esos grabados eclesiásticos que parecen adornar todas las copias de “La Divina Comedia” habidas y por haber, mientras la guarida misma es románico puro. Desde el antiguo Israel ya se vinculaba a la mandrágora con la fertilidad y a los placeres de la comida y bebida con el pecado mismo. A toda esta mezcla le agregamos trenes, tortura, huérfanos, infanticidio, bosques, bosques, bosques y acentos españoles y la única manera en que podría más obviamente ser una carta de amor al viejo continente sería si, antes de los créditos finales, las palabras “esta es una carta de amor al viejo continente” aparecieran mientras, digamos, Beethoven se escucha en el fondo.

Con tanta afinidad y cariño por el material base, pero indudablemente más moderno, “Benjamin Button” aborda la vida de un personaje con la curiosa característica de no envejecer, sino todo lo contrario. La historia corta homónima en la que se basó la película fue escrita por un estadounidense brillante de nombre F. Scott Fitzgerald (y sí, esas palabras subrayadas son un enlace a la historia original, no es tan larga, así que hazte un favor y da click en ellas) pero a diferencia de la película, no está centrada en Nueva Orleans, una ciudad tan estadounidense que de sólo mencionarla se escuchan banjos y acordeones de zydeco en la distancia; sino en Baltimore, una ciudad tan estadounidense que de sólo mencionarla se escucha jazz en la distancia. La película empieza con revolución industrial, progreso, el fin de una guerra, fuegos artificiales, blanco, azul, rojo, barras y estrellas por siempre. Continúa con un poco de racismo ablandado para no ofender a nadie, un predicador negro gritón vestido como en coronel de KFC, milagros de carpa de circo y góspel. Por si no te has dado cuenta aún, “Benjamin Button” es americana pura. Y es que es fácil olvidarse de que aún un país tan nuevo como Estados Unidos tiene su propia mitología, que no sólo existe, sino que también es sorprendentemente diversa y congruente con las sencillamente enormes dimensiones de ese país. Los juegos de palabras con el apellido de Button y la compañía botonera de su padre parecen sacados del mismísimo Dr. Seuss. El personaje de Benjamin, tanto el literario como el fílmico, tienen su lugar innegable junto a otros como Paul Bunyan, Pecos Bill, Johnny Appleseed y el contemporáneo Forrest Gump como figuras del folclor estadounidense del pasado y presente. De hecho, las películas de las vidas de este último y Benjamin Button comparten más que sólo un par de similitudes, lo que ha llevado a innumerables comparaciones entre ambas.

Y es que sí, efectivamente ambas son bildungsromans de cajón, llevándonos a lo largo de dos vidas enteras, de la inocencia a la madurez. La inocencia de uno que sencillamente es demasiado lento para no ser inocente, y la del otro, que transgrede las barreras entre la inocencia de la niñez en la que no se conoce nada porque no se ha visto, y la de la vejez, en que no se conoce nada porque lo que se conocía quedó atrás. Ambas películas muestran el cambio de un país a través del tiempo, especialmente tras una guerra (Vietnam y la Segunda Mundial, respectivamente) pero desde los ojos de los personajes mismos. Ambas celebran la cultura del país a través de la música, las artes, el territorio, los medios de comunicación y sí, hasta la nostalgia de dejarlo atrás. Ambos personajes muestran una propensidad a que, digamos, las cosas les caigan del cielo. Ambas historias son, en lo más profundo de sus guiones, meras historias de amor. Pero los paralelos importantes acaban ahí, y aún así no me parecen los suficientes, ni lo suficientemente fuertes para la popularidad de la comparación.

Y es que la diferencia más básica e importante entre ambas películas es que no hay nada sobrenatural en “Forrest Gump”. Hay coincidencias al por mayor, claro, pero esas hay en prácticamente toda la ficción jamás escrita. Pero no, en “Benjamin Button”, el hecho de que el personaje juvenezca naturalmente le da un aire totalmente antinatural a todo el asunto, y es justo ahí donde entra la característica más clara del realismo mágico de la historia. A nadie parece importarle. La madre adoptiva, el padre natural y hasta el amor de la vida de Benjamin actúan a lo largo de la película como si el hecho de que el muchacho vaya todo alrevesado fuera lo más normal del mundo. De hecho, en retrospectiva, el padre probablemente lo abandona a su suerte más por feo que por anormal. Personalmente encuentro exactamente en esto el punto más fuerte del cuento de hadas, y el punto más débil de la película como tal. Las implicaciones de una persona yendo por el proceso biológico de atrás para adelante (y sin embargo viniendo de y yendo hacia el mismo lugar al que vamos todos) dan para muchas divagaciones intelectuales. Se puede hacer un análisis de la compleja psicología de una persona que se ve a sí misma creciendo de una manera diferente a los demás, así como de la percepción de todas las personas que lo rodean. Se puede teorizar mucho sobre los paralelos de las etapas de la vida como la infancia con la senilidad, la madurez con la pubertad. Se pueden hacer demasiadas cosas con un tema así que tengo que aplaudir la decisión de los realizadores de hacerlas todas de la manera más sencilla posible. Mostrándolas de la manera más superficial posible o ignorándolas del todo para permitir que el propósito último se lleve a cabo. Permitir que la historia se cuente. Y nada más.

“Magnolia” es también un caso muy curioso. A lo largo de sus sorprendentemente ligeras 3 horas de duración, la película parece explorar, por sobre todas las cosas, los límites de cómo se puede contar una historia. Es larga, es implacable por media hora, un poco tediosa y aburrida durante la siguiente hora y media y la última hora es nuevamente implacable y jodidamente rara. Lo más impresionante es que es totalmente realista, con sólo una pequeña introducción sobre las coincidencias que ciertamente es más absurda que extraña hasta poco antes del final. Imagina ver una telenovela, es como todas las telenovelas jamás hechas, sólo que en los últimos capítulos hay una invasión marciana y la pobre sirvienta enamorada se ve luchando por su vida contra monstruos verdes de muchos tentáculos. Sí, así de drástico es el cambio en “Magnolia” cuando, en un momento, el drama y la carga emocional han llegado a un nivel tan intenso que literalmente lo único que puede romperlo es que todos los personajes empiecen a cantar la misma canción al mismo tiempo. Y que después lluevan ranas.

Así es, la conclusión al tremendo drama de padres e hijos, enamorados y enamoradas, corazones rotos, mentiras, drogadicciones, incomodidad insoportable, humor incómodo y Tom Cruise siendo Tom Cruise es una lluvia de ranas que sale de la nada. Y sin embargo, lo más mágicamente realista del asunto es que la absurdez de este último fenómeno funciona tan perfectamente con la realidad de todo lo que le precede. En este caso también, siendo la redención uno de los temas esenciales de la película, y notando el obvio paralelo entre la lluvia de ranas y cierto evento mitológico, es claro que la mitología a seguir de “Magnolia” es nada más y nada menos que la bíblica misma.

Por último, “Los Niños del Hombre”, notable por ser la única de todas las películas discutidas aquí que no tiene un pasado o presente ligeramente atemporales como fondo, sino un curiosamente plausible futuro, es también la segunda película mencionada en ser adaptación de una obra literaria. La novela homónima es del autor británico P. D. James y, considerando que aún no la he leído, no puedo comentar mucho al respecto. El caso de la película sin embargo me parece muy especial porque precisamente parece ser que, por más que algo sea claramente realismo mágico, si se coloca en el futuro se vuelve ciencia ficción. Ahora hay que distinguir un poco entre los dos tipos de ciencia ficción que puede haber. La primera es la ciencia ficción “dura”, libros enteros detallando exhaustivamente y con minuciosidad los posibles efectos sobre la vida si, digamos, los elevadores especiales fueran una realidad, o si la Tierra fuera una ecumenópolis, y que raramente se presentan como novelas, usualmente tomando la forma de ensayos. Las otras son las historias de ciencia ficción. Naves especiales que funcionan gracias a una minuciosamente imaginada red de combustibles, métodos de propulsión y otras cosas a muchos años de ser científica o económicamente posibles. “Niños del Hombre” es una mezcla curiosa de ambas, hubo avances tecnológicos pero anclados en la plausibilidad, y estos, junto a la humanidad como tal, quedaron estancados en el momento que el último nacimiento humano fue también la última esperanza del mundo. De igual manera, a pesar de haber una historia y de ser contada magistralmente, hay más que solo un poco de análisis sobre cómo sería el mundo si algo tan lejano y brutal como los seres humanos perdiendo la capacidad de reproducirse.

No hay duda alguna de que algo tan drástico no puede ser sino fantasía, y sin embargo “Niños del Hombre” es la más realista de todas las películas mencionadas aquí. Esto se debe, en primer lugar al estilo cuasi-documental de realización así como a la mitología de donde saca sus recursos. Esta mitología es nada más y nada menos que el colectivo de trabajos sobre un futuro distópico creados por británicos. De “1984” de George Orwell a “Brasil” de Terry Gilliam y, hasta cierto punto el absurdo, hilarante pero pensante universo de la “trilogía” del “Autoestopista Galáctico” de Douglas Noel Adams, no hay mucha duda sobre el hecho de que los británicos conocen sus distopias (y sus burocracias) como ninguna otra nacionalidad en el mundo. Personalmente, creo que “Niños del Hombre” es el claro último ejemplo de los cuentos de hadas para adultos ya que traspasa los límites entre este tipo de historias, la ciencia ficción y la ficción especulativa como ninguna otra película lo había o, hasta ahora, lo ha hecho.

Cabe mencionar por último que hay trabajos que también pueden ser acreedores al título de “cuento de hadas para adultos” en la animación, principalmente la japonesa, pero no podría ni empezar a escribir sobre animación sin echarme al menos otras 2,000 palabras. Así que eso lo dejaremos para otra ocasión.

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A trend I’ve noticed in current film reviews is the popularity of the term “adult fairy tale”. I also think the movie most easily identified as such so far has been Guillermo del Toro’s “Pan’s Labyrinth” (2006). Clear examples of other movies to be thrown in the same sack would include Paul Thomas Anderson’s “Magnolia” (1999), David Fincher’s “The Curious Case of Benjamin Button” (2008) and, to a lesser degree, Alfonso Cuarón’s “Children of Men” (2006). Apparently, the common elements to all this films would be the mixture of realistic and fantastic elements from a determinate mythology that grants each its own special air, their characters’ curious ability to unquestioningly accept the fantastic elements, the seriousness and plausibility with which both worlds’ elements are treated, amongst other which make the watching of this films an experience similar to reading Juan Rulfo or Gabriel García Márquez. Basically, “adult fairy tales” would be film’s very own magic realism.

“Pan’s Labyrinth”, for example, distinguishes itself from all the other films in this list by taking its fantasy not from a culture or people’s mythology, but an entire continent’s. Lewis Carroll’s, the Grimm brothers’, Hans Christian Andersen’s and just about any author ever animated by Disney’s now-folklore mixed with some Greek and Christian mythologies create the undeniable product of an utterly European amalgamation. The faun itself, for example, is no more than the Latin version and name of Greece’s own mythical satyrs. Ofelia, the film’s protagonist, finds something she didn’t even know she was looking by getting lost in a labyrinth, an act at which a youngster by the name of Theseus has her beaten by a couple of millennia. The Pale Man (hands-eyes dude) and its lair’s illustrations wouldn’t look even remotely out of place on the fantastically absurd works of sixteenth-century Dutch masters Jherominus Bosch and Pieter Bruegel the Elder or the ecclesiastic woodcuts that seem to adorn every edition of “The Divine Comedy” ever made, while the lair itself is pure Romanesque. Since ancient Israel, mandrakes have been associated with human fertility, while the pleasures of food and drink have done to the same to sin itself. We add trains, torture, orphans, infanticide, forests, forests, forests and Spanish accents into the mixture and the only way the end product could more obviously be a love letter to the Old Continent would be if the words “this is a love letter to the Old Continent” showed up on screen before the credits while, let’s say, Beethoven plays on the background.

With as much love and affinity for the source material, but undoubtedly more modern, “Benjamin Button” deals with the life of a character with the unusual characteristic of not aging, but rather doing the very opposite. The eponymous short story on which the film is based was written a brilliant U.S. author by the name of F. Scott Fitzgerald (and yes, the blue words on the back there are a link to the story itself, it’s not too long so do yourself a favour and read it) but, unlike the movie, which is based on New Orleans, a city so U.S.-y that just mentioning it makes banjos and zydeco accordions sound on the distance; the story is based on Baltimore, a city so U.S.-y that just mentioning it makes jazz sound on the distance. The movies begins right away with industrial revolutions, progress, the end of a war, fireworks, blue, red, white, stars and stripes forever. It’s followed by some racism watered-down enough for no one to get offended, a screaming black preacher dressed like the KFC Colonel, circus tent miracles and gospel. If you hadn’t noticed yet, “Benjamin Button” is pure Americana. And it’s easy to forget that even a country as new as the U.S. has its own mythology, not only existent, but also very diverse and quite congruent with the country’s simply enormous size. The plays-on-words with Button’s last name and his father’s button factory are nothing of reminiscent of Dr. Seuss, while Button himself, filmic and literary versions, has an undeniable spot right next to Pecos Bill, Paul Bunyan, Johnny Appleseed and even the contemporary Forrest Gump as figures of United States folklore of past and present. In fact the films detailing the fictional lives of this last character and Benjamin’s own have led to countless comparisons between the two.

And yes, both are textbook bildungsromans, leading us through two entire lives, from innocence to maturity. The innocence of one quite simply too dim-witted not to be innocent and the other’s, breaking the barriers between the innocence of childhood where nothing is known because it hasn’t been seen yet and that of old age where all that was known has been left behind. Both movies show a country’s passage through time, specially in the aftermath of a war (Vietnam and WWII, respectively) but through the eyes of the characters themselves. Both celebrate the country’s culture through music, arts, territory, media itself and even the nostalgia of leaving it all behind. Both characters show a propensity to, let’s say, having things happen to them by divine mandate. Both stories are, at their utmost core, mere love stories. But all noteworthy parallels end there and yet, to me at least, don’t seem enough to grant the comparison such popularity.

And it’s that the most important difference between both works is the lack of any supernatural elements in “Forrest Gump”. Coincidences abound, but this is the case for practically every bit of fiction ever written. But no, as in “Benjamin Button”, the title character’s natural process of getting younger gives the whole affair a completely unnatural quality and it’s right here that the story’s most magically realistic characteristic kicks in. Nobody seems to mind. Benjamin’s adoptive mother, natural father and even love of his life all act like the bloody kid going all backwards-like was the most normal thing ever. In fact, retrospectively, it seems the father leaves him up to his own luck more on account on his ugliness than on his abnormality. I personally find this illustrative of the fairy tale tag’s strongest point also one of the movie a such’s weakest. The implications of a person going through the whole biological process of life the other way around (yet going to and coming from the same spot as us all) give quite the leeway for intellectual divagations. The complex psychologies of a person growing in a way opposite to that of everyone around him as well as those of all who surround him could be heavily analyzed. The parallels between the different stages of life, like infancy with senility, maturity with puberty could be heavily theorized. There’s just too many things that can be done with such a topic that I must simply applaud the decision of everyone involved in the movie who made it so that all this possibilities were done in the simplest possible way: superficially or not at all. And this all to allow the film’s ultimate purpose to take place, this all to let the story be told. Nothing more.

“Magnolia” is quite the curious case as well. Through its surprisingly light 3 hours, the movie seems to explore, above all, the limits of storytelling. It’s long, relentless for its first half-hour, rather tedious and boring for the next hour-and-a-half only to end in an also relentless and weird-as-fuck final hour. The most impressive thing of the whole ordeal is just realistic it all is, with the sole exception of the more-absurd-than-weird introduction on coincidence. Imagine watching a soap opera, it’s like every soap opera ever made, until the final three episodes, where out of nowhere the maid that was actually gonna find true love and get rich in the process finds herself fending off many-tentacled green monsters. Yup, that’s just how drastic the change in “Magnolia” is when the drama has reached a boiling point so precarious, so strong that the only thing that’ll get it out of it will be all the characters randomly bursting into song, the same song. Followed by a rain of frogs.

You read right, the ending to this huge fathers-and-sons, lovers-and-unrequited-fellows, broken hearts, lies, drug addictions, unbearable awkwardness and awkward-humored and Tom Cruise being Tom Cruise drama is a frogstorm coming straight out of fucking nowhere. The most magically realistic part of it all? How well this magical phenomenon fits the preceding realism. In this case as well, considering that redemption is such an important theme to the film, and that the frogstorm shares a few things with quite the well-known mythic event, it becomes clear that “Magnolia”’s founding mythology is the biblical one.

Finally, “Children of Men”, notable for being the one movie here not to be set in a slightly timeless past or present, but in a curiously plausible future, it’s also the second one to be based on a literary work. P. D. James’s eponymous novel won’t be discussed here as I haven’t read it yet. The movie however, is quite special to me, as it seems that it doesn’t matter how clearly magically realistic a film is, if it’s set in the future, it’ll be considered science fiction. Now comes the time to distinguish between two different types of possible science fiction which could influence “Children of Men”. “Hard” science fiction are works rarely written in novel form, and which more often take the form of essays and deal in exhaustively detailed manner on the implications of scenarios like space elevators being commonplace or Earth being an ecumenopolis. The others are “soft” science fiction stories, where conveniently human extraterrestrial beings travel around in thoroughly imagined ships with their own fuel and propulsion systems, still countless years away from being scientific or economically possible to our world. “Children of Men” is curiously influenced by both, as there were scientific advances, anchored in plausibility, later left to rot away along with the last modicum of human hope when the last human being was born. Also, despite being a story whose priority is getting told, there’s quite a bit of actual theorizing on how the world would really react to something as far-off, brutal and fantastic as human beings losing the ability to reproduce.

There’s no denying the fantastic quality of something so drastic, yet “Children of Men” easily comes off as the most realistic of all the films mentioned here. This is thanks to, in first place, its quasi-documentary realization style, and in second place to just which mythology it takes its queues from. This mythology is none other than the collected dystopian works of several British authors. From George Orwell’s “Nineteen Eighty-Four” to Terry Gilliam’s “Brasil” and even going through Douglas Noel Adams's absurd-and-hilarious-yet-thought-inducing “Hitchhiker Trilogy”, there’s little doubt as to whether Brits know their dystopias (and bureaucracies) like no other people in the world or not. I personally think “Children of Men” is worthy of the distinction of being the last “adult fairy tale” to be discussed as it’s the one that blurs the boundaries between other adult fairy tales, science fiction and speculative fiction like no other film had, and even today, has so far.

Worthy of mention is the fact that some works of animation, specially those of Japanese origin, can also be worthy of the “adult fairy tale” title, but I couldn’t even begin writing about animation without taking up other 1900 words, so we’ll have to leave it at that.

sábado, 7 de marzo de 2009

"Feel Good Lost"


Marzo de 2001. El nuevo milenio realmente había empezado (no hay año cero, demonios, las décadas, siglos y milenios nuevos empiezan en los años que acaban en 1). Nadie tenía idea de que en medio año el mundo se volvería medio loco gracias a un par de aviones y (para variar) el frenesí mediático. Para mí, blink-182 seguía siendo la mejor (y prácticamente única) banda del mundo, con Linkin Park y Limp Bizkit contándose entre los otros pocos grupos conocidos. En la escena nacional, Zoé era todo. "Gladiador" era la mejor película jamás hecha.

Y mientras todo esto ocurría, un par de canadienses barbudos y estrafalarios decidieron sacar un álbum a medio camino del increíblemente legendario post-post-post-rock del "F#A#∞" (ni siquiera intentes pronunciar eso) de Godspeed You Black Emperor! y el minimalismo de música de elevador que de hecho es buena de Brian Eno.

Con este disco, Kevin Drew (antes de KC Accidental) y Brendan Canning (antes de un montón de bandas de las cuáles sólo mencionaré a hHead porque me gusta cómo se ve escrito y porque ni quien las conozca) comenzarían la más grande saga del indie canadiense, indudablemente el mejor producto de exportación de aquel frío gigante nórdico (sí, aún mejor que el jarabe de maple y las peleas de hockey).

Ese disco fue "Feel Good Lost".

Casi completamente instrumental, austero, minimalista y simple, no había mucho en este disco que te llevara a imaginar lo que posteriormente serían el implacablemente pegajoso "You Forgot it in People" de 2002 y el épicamente rompemadres "Broken Social Scene" de 2005, y sin embargo ya se adivinaba un cierto deseo por la grandeza.

Sólo en "Alive in 85" (la joya de la corona del disco) y el principio de "Cranley's Gonna Make It" uno podía notar sin tapujos que más que simples shoegazers obsesionados con el ruido, Drew y Canning tenían una indudable capacidad para crear emoción y ritmo con estructuras francamente pop. Y sin embargo, en medio de la pared de ruido que constituyen las otras 10 rolas no hay escasez de momentos de brillantez y genio. Claro ejemplo de esto es la breve aparición de Leslie Feist, elemento que posteriormente se volvería tan integral a la banda como Drew y Canning mismos.

De igual manera, al intentar llevar el disco del frío mundo del silicio circular al de la piel, hueso, sudor, máquinas de humo y luces de colores, los dos fundadores se vieron en la necesidad de darle a BSS su más definitoria y brillante característica: la expansión. Consideremos que el BSS de "Feel Good Lost" eran dos tipos y una amiguita jugando en un estudio y que el de "You Forgot it in People" y el homónimo era un colectivo hecho y derecho de más de 10 seleccionados de la créme de la créme de la música canadiense, donde podías encontrar al menos 2 intérpretes de casi todos los instrumentos habidos y por haber (con las tristes excepciones del triángulo eléctrico, el ukulele y el frasco) y que para tocar en vivo tenía que llegar a acuerdos entre miembros de bandas, productores, promotores y disqueras que hacían que la ONU se viera como dos niños peleándose por cuál de sus papás gana más.

En retrospectiva, "Feel Good Lost" bien podría ser uno de esos discos que escuchas y que siempre te gustarán, no tanto por los méritos propios, sino como un comparativo, un documento histórico. Casi como ver las primeras películas con efectos especiales de humo y cortes de cámara obvios, o un futuro dictador destruyendo muñequitos de Lego. No es cool, no te deja boquiabierto, pero no puedes dejar de disfrutar la simple ingenuidad y diversión, presintiendo al mismo tiempo que eres testigo de cómo se hace la verdadera historia.

Broken Social Scene - "Alive in 85"

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March 2001. The new millenium was truly up and running (there's no year zero, dammit, decades, centuries and millenia all begin in years ending with 1). Nobody could've guessed the world would go nuts in half a year over a couple of planes and (for a change) the media frenzy. blink-182 was still the best (and pretty much only) band in the world for me, with Linkin Park and Limp Bizkit as their lone runners-up. In the national scene, Zoé was all. "Gladiator" was the greatest movie ever made.

Meanwhile, a couple of weird-ass, bearded canadians released an album halfway between the incredibly legendary post-post-post-rock of Godspeed You Black Emperor!'s unpronunceable "F#A#∞" and Brian Eno's actually nice elevator music minimalism.

With this record, Kevin Drew (formerly of KC Accidental) and Brendan Canning (formerly of a lot of bands, of which I'll only mention hHead because I like how it's written and because you don't know any of the others anyway) would begin what would later become the greatest saga of canadian indie, undoubtedly the frozen northern giant's greatest export (yeah, even better than maple syrup and hockey fights).

This record is "Feel Good Lost".

Almost entirely instrumental, austere, minimalist and simple, there wasn't much in this record that could lead you to predict the relentless catchiness of 2002's "You Forgot it in People" and 2005's "Broken Social Scene"'s sheer ball-breaking awesomeness, yet, greatness was easily identified throughout.

Only on "Alive in 85" (the album's doubtless crown jewel) and the beggining to "Cranley's Gonna Make It" could you obviously notice that, more than noise-obssessed shoegazers, Drew and Canning shared a true talent for creating emotion and rhythm with some truly pop song structures. Yet, there's no shortage of genius and brilliance in the wall of noise constituted by the album's other 10 tracks. A clear example of this would be Leslie Feist's brief appearance, who would later become significant enough an element for the band as Drew and Canning themselves.

Likewise, in translating this record from the realm of cold, round silicon to the realm of bone, blood, sweat, smoke machines and colored lights both founders found (heh) themselves in the need to grant BSS its defining, greatest feature: expansion. Let's consider "Feel Good Lost"'s BSS as two dudes and their little girl friend fooling around a studio and that "You Forgot it in People" and the eponymous album's BSS was a true and through collective of over 10 of Canada's créme de la créme musicians where at least 2 players of almost every conceivable instrument (with the sad exceptions of the electric triangle, the ukulele and the moonshine jar) were to be found, which, in order to play live had to go into meetings involving assorted band-members, producers, concert promoters and labels that made the UN look like a couple of kids arguing over whose daddy makes the most money.

In retrospective, "Feel Good Lost" is one of those records that one can simply listen to and enjoy always, perhaps not so much for its own merits, but rather as a testimonial, a historic document. Much like watching those old films with smoke and camera tricks for special effects, or seeing a future dictator wrecking his Lego people. It's not cool, it doesn't leave you open-mouthed, but you can still enjoy it for its sheer fun and simplicity, feeling a light sense of witnessing true history-on-the-making throughout.

Broken Social Scene - "Alive in 85"

viernes, 6 de marzo de 2009

¡Hola! - Hi!

Bueno, primero lo primero. Nací en 1988. Chilango. He vivido en Pachuca, Hidalgo; México, D.F.; Playa del Carmen, Quintana Roo (actualmente) y dos periodos que no vale la pena recordar, más que nada, porque no tenía capacidad de crear recuerdos en aquellos tiempos de inocencia y analfabetismo en Puebla, Puebla y (creo) Cd. Juárez, Chihuahua.

Para los novatos, todo este desmadre queda en México.

Para los novatos, "desmadre" es una palabra netamente mexicana para llamar a un embrollo, desbarajuste, faramaya, revoltijo, etc.

Estudié cine por casi año y medio pero al parecer no fui lo suficientemente paciente para eso, y aparte soy alérgico a los MiniDVs. Escuché el canto del mar y esto me llevó a fugarme a este hostal de 100,000 pax/abastecimiento de trabajadores para la industria turística en el bello Caribe mexicano hace como algunos meses (no los suficientes para decir "casi un año").

Básicamente sufro de Desorden Imaginario de Deficit de Atención y Creatividad Excesiva (DIDACE para los amigos), lo que se traduce en que quiero hacer muchas cosas pero soy muy huevón para realmente hacerlas y/ó acabarlas y soy distraído y propenso a debrayes mentales. Aún así, tengo un Flickr que habrá de actualizarse dentro de poco y una página de last.fm que me hacen sentir tan orgulloso como (me imagino) el padre de un medallista olímpico (de plata para arriba). También soy apasionado a la música y el cine y de eso es de lo que más voy a escribir aquí.

Así que sin más, termino esta primera entrada y dejaré que lo demás que tenga que venir hable por sí mismo.

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First things first. I was born in Mexico City in 1988. I have lived in the cities of Pachuca, Hidalgo; Mexico City; Playa del Carmen, Quintana Roo (current) as well as 2 not-worthy-of-remembrance periods which I can't remember due to innocence and illiteracy in Puebla, Puebla and (I think) Cd. Juárez, Chihuahua.

For the uninitiated, this whole mess is in Mexico.

I was in film school for almost a year and a half until I discovered I didn't have the patience for that shit. Also, I'm allergic to MiniDVs. I heard a seasong and it brought me to this 100,000-people hostel/tourism industry workers-breeding grounds in the beautiful Mexican Caribbean months (not enough to say "almost a year") ago.

Basically, I have Imaginary Attention Deficit and Excessive Creativity Disorder (IADECD for friends), which translates to me wanting to do a whole lot of things but being unable to do/finish them because I'm such a lazy ass who gets distracted and divagates too much. Still though, I have a soon-to-be-updated Flickr and a last.fm profile that fill me with as much pride as (I'm guessing) the father to an Olympic medalist (silver or higher). Also, I'm really into music and film and that's what I'll be writing about the most.

So, without further ado, this first post is over and may whatever comes next speak for itself.