O "¿Quién vigila a los vigilantes?", frase atribuida al poeta romano Juvenal, y la base del título de la famosísima novela gráfica "Watchmen" (Los Vigilantes) escrita por Alan Moore e ilustrada por Dave Gibbons, y la subsecuente adaptación cinematográfica dirigida por Zach Snyder (tanbién director de la adaptación de cómics, "300").
Empecemos con la novela. Escrita y lanzada por tomos entre 1986 y 87, rápidamente se volvió una obra de culto y reconocimiento mundial. Moore ha planteado y replanteado el propósito de "Watchmen" (nada raro para el que es, a todas luces, un genio loco, dispuesto a rechazar ganancias millonarias, mostrándose renuente a que su trabajo se adapte al cine, escribiendo adaptaciones eróticas de historias de niños clásicas y viéndose así en su propia boda) varias veces a lo largo de los años, pero la constante parece ser la intención de deconstruir el arquetipo del superhéroe con los personajes de y el mundo en que viven. Un mundo atorado en un 1985 de Guerra Fría a punto de estallar entre estadounidenses y soviéticos, de paletas de colores pastel y neón, de vigilantes penados por la ley, de depravación y maldad. Un mundo que sólo se diferencía del nuestro circa 1985 por que Nixon sigue siendo presidente de Estados Unidos, quienes ganaron la guerra de Vietnam y porque es vigilado por desviados sexuales, sociópatas con ideales irreales del bien y el mal, una bomba atómica humana apática, un genio cuasi-deificado y otros sacados del expediente de casos de ensueño/peores pesadillas de un psiquiatra promedio.
Estos personajes son Rorschach, el loco sádico que ve el mundo en blanco y negro y se deleita en erradicar la maldad de raíz en la forma más lenta y dolorosa posible; Nite Owl (Búho Nocturno) II, sucesor del Búho original, heredero de un imperio millonario, aficionado de los aparatejos tecnológicos, de los cuales ha creado varios (cualquier similitud con cierto Hombre-Roedor-Alado es mera coincidencia), con disfraces y hasta un medio de transporte basado en su animal espiritual; Silk Spectre (Espectro de Seda) II, sucesora algo involuntaria de la Espectro original (su propia madre), renuente a utilizar el hecho de ser mujer y sexy para explotar su imagen comercial como lo hizo su predecesora, pero indudablemente fascinada por el aspecto sexual de luchar contra el crimen; The Comedian (El Comediante), cínico y voraz clon de Rambo, "All-American Hero" por excelencia, dotado con la increíble capacidad de reírse de todo, especialmente de los seres humanos a quienes ve como el mejor chsite de la creación; Ozymandias, el hombre más inteligente del mundo, con control absoluto sobre su cuerpo, sus ambiciones, su increíble fortuna y prácticamente todo sobre la tierra a excepción de su ego; y, por último, Dr. Manhattan, el único del grupo con superpoderes reales y que puede ser resumido a la perfección con la cita de la novela: "Dios existe, y es estadounidense".
Es en la caracterización y creación de estos personajes que el genio de Alan Moore brilla en todo en su esplendor. Aún alguien poco aficionado y conocedor de los cómics como yo pudo apreciar, la primera y hasta ahora única vez que leí la novela, que "Watchmen" es el ejemplo perfecto de esas obras que le hacen tributo a su medio usando la sátira y hasta cierto grado, la burla. En casi todos los cómics, los héroes son gente de atributos morales intocables, genios y seres inexorablemente buenos, de quienes el público no duda ni desconfía, sino todo lo contrario. Este no es el caso con "Watchmen", donde ser un héroe enmascarado ya es ilegal, donde desde sus orígenes a los mismos se les ha llamado corruptores de la moralidad, pervertidos sexuales, riesgo para la sociedad, y donde varios atentados los han llevado a ser criaturas en vías de extinción, con Dr. Manhattan y El Comediante como los únicos legalmente en activo y trabajando para el gobierno, y con Rorschach como el único aún vigilando ilegalmente. En fin, en "Watchmen" la deconstrucción de todos los arquetipos de héroes y villanos de cómics están a la orden del día, y todos son abordados con el mismo grado de cinismo, frialdad, análisis psicológico y, claro, admiración. En medio de tanta demencia y desorden psicológico, lo más impresionante pero a la vez predecible es que te sea tan fácil identificarte con todos y cada uno de los personajes de alguna manera u otra.
Y esto es la novela.
La película se diferencia de esta en muchos sentidos, a pesar de ser una de las adaptaciones fílmicas más genuinamente fieles que recuerdo haber visto. En primera, la novela ilustraba hasta cierto punto el presente de cuando fue lanzada al mercado, el terror de la Guerra Fría, la amenaza nuclear, la proliferación de bandas callejeras temáticas, etc. La película, sin embargo, aparece casi 25 años demasiado tarde, por lo cual, sencillamente no puede dejar de ver el mundo de la novela con algo de nostalgia y el peculiar tipo de cariño olvidadizo que esta produce. Los 80s ya no son ese mundo de colores pastel y neón, en nuestra conciencia colectiva, se han venido a convertir en el tiempo de la exageración genial, del mal gusto y, por sobre todas las demás características, de la cultura popular como la suprema. Y es ahí que entra el punto de quiebre entre "Watchmen" novela y "Watchmen" película. La novela es filosofía, es análisis, psicología y deconstrucción. La película es tributo, admiración, simplificación y espectáculo. Donde la novela cuestiona el medio, la película lo celebra y explota. Y esto es claro desde los títulos que probablemente son de los mejores jamás producidos, resumiendo y metiéndonos de lleno al mundo del que formaremos parte las siguientes casi tres horas, donde a pesar de ser el 1985 de otro mundo, Warhol existe y pinta igual (aunque prefiera al primer Búho Nocturno como inspiración sobre, digamos, Marylin Monroe), y los montajes de música popular están al acecho en cada corte (algo que, sorprendentemente me gustó más que a casi todos los otros fans de la novela que sé han visto la película). Desafortunadamente, los brillantemente cinematográficos juegos de luces parpadeantes de la novela brillan por su ausencia en la película (¡oh, la ironía!).
En fin, hay que darle crédito a quien se lo merece. Alan Moore escribió una de las grandes obras de nuestro tiempo, Dave Gibbons fue parte absolutamente integral de esto, Zach Snyder demostró una tenacidad increíble para eventualmente lograr que la causa de sus pasiones tuviera su lugar en la pantalla grande, para adaptar lo inadaptable con minuciosa atención al detalle (tanto en la novela como en la película hay que fijarse en las caritas felices y los relojes, por ejemplo) y salir relativamente bien parado de todo el asunto. En resumidas cuentas, la película vale la pena verla, pero la novela... esa HAY que leerla.
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Or, "Who watches the watchmen?", a phrase attributed to Roman poet Juvenal, and the namesake of the world-reknown, Alan Moore-written, Dave Gibbons-illustrated graphic novel "Watchmen", and the following Zach Snyder-directed film adaptation (he also directed the comics-to-film adaptation of "300").
Let's begin with the novel. Written and periodically released between 1986 and 87, it quickly gained cult status and recognition. Moore has stated and re-stated his intentions in regards to "Watchmen" several times over the years (quite on track for whom is, by all means, a mad genius, considering his propensity to rejecting multi-million dollar revenues for his works' filmic adaptations, his erotic re-imagining of classic children's tales and the fact that he dressed like this for his own wedding), but the constant seems to be that of deconstructing the superhero archetype and that of the world superheroes tend to exist in. This world is one stuck in a Cold War-era, pastel and neon-colored, illegal vigilantism-, evil-and-depravation-heavy eternal 1985. A world only distinguished from our own circa that year by the fact that in it, the U.S. won Vietnam, Nixon is still its president and its vigilantes include sexual perverts, sociopath with unreal standards for good and bad, an apathic human atomic bomb, a god-like genius and several others taken straight out of your average psychiatrist's dream cases/worst nightmares file.
This characters are Rorschach, the crazy sadist with a black-and-white view of the world and that takes pleasure in pulling evil from its roots in the slowest, most painful way possible; Nite Owl II, successor to the original Nite Owl, heir to a billion-dollar empire, techno-gadgets fan and creator (any similarity to a certain Flying-Mammal-Man are mere coincidence), and owner of a costume and vehicle inspired by his spiritual animal; Silk Spectre II, the somewhat-by-force successor to the original Silk Spectre (her own mother), unwilling to follow her mother's steps in exploiting her sex appeal to commercialize her image, yet undoubtedly in touch with every possible sexual aspect of crime-fighting; The Comedian, a cynical, voracious Rambo clone and true "All-American Hero" with the amazing ability to laugh at anything, specially human beings, creation's biggest joke in his eyes; Ozymandias, the smartest man in the world, with absolute control over his body, his ambitions, his massive fortune and pretty much everything on Earth but his own ego; and finally, Dr. Manhattan, the only group member with true superpowers and perfectly resumed with the quote from the novel that states "God exists, and he's American".
It's in these characters' creation and characterization that Moore's genius shines the brightest. Even someone not THAT big on comics as myself was able to appreciate in my first (and so far only) reading of "Watchmen" that it's one of those perfect examples of works that pay tribute to their medium by way of satire and, to a certain degree, some mocking. In comics, heroes are usually beings with untouchable moral attributes, geniuses and simply good people that people never distrust or look down upon, but rather the opposite. Such is not the case with "Watchmen", where masked vigilantes are now outlawed, where, from their very conception, heroes were conceived as sexual perverts, a menace to society, corrupters of morality, and where several attacks have left them a near-extinct species, with Dr. Manhattan and The Comedian as the sole, government-funded still-active heroes and Rorschach as the lone, illegal one. Anyway, "Watchmen"'s deconstructions of comic book heroes and villains abound, all seen with the same degree of coldness, cynicism, psychological analysis and, of course, admiration. Amongst so much madness and psychological messes, the biggest surprise and also the most expected reaction is how easy it is for anyone to identify with all characters at least on some point.
And that's the novel.
The movie differentiates itself in several core aspects, despite being one of the most utterly faithful filmic adaptations that I remember seeing. First of all, the novel illustrated what, to a certain degree, was its present, with the threats of Cold War, nuclear war and themed street gangs all over the place. The movie, however, arrives almost 25 years too late, which means that it jsut can't help seeing the novel's world with a certain degree of nostalgia and its own brand of forgetful appreciation. The 80s are no longer that neon-and-pastel-colored era, and have instead been replaced on our collective conciousness as the time of cool over-the-top-ness, bad taste and, above all, pop culture as king. And that's the clearest breaking point between "Watchmen" the novel and "Watchmen" the movie. The novel is philosophy, analysis, psycholgy and deconstruction. The movie is tribute, admiration, simplification and spectacle. Where the novel questions the medium, the movie celebrates and exploits it. This becomes clear from the opening titles (amongst the most brilliant I've ever seen), where the world we're about to be submerged into for the next almost three hours is promptly summarized and introduced to us, a world where, no matter how alternate 1985 might get, we still have the same Andy Warhol painting the same way (even if he prefers a first Nite Owl as his inspiration over Marylin Monroe, for example), and where montages set to popular songs are sneaking behind every cut (something that I surprisingly enjoyed more than most other fans of the novel that I know have seen the film). Unfortunately, the novel's brilliantly cinematic flashing lights games are sadly absent from the film (oh, the irony!).
To wrap this up, credit where credit is due. Alan Moore wrote one of the most brilliant works of our time, Dave Gibbons is also an integral part of this all, Zach Snyder proved himself as an incredibly tenacious fan of the novel willing to go to great lengths in bringing the object of his affections's silver screen companion to fruition. to adapt the unadaptable with painstaking attention to detail (watch out for things like clocks and smiley faces in film and novel alike) and coming out of the whole ordeal relatively well-off. The movie is worth watching, but the novel... that one simply HAS to be read.
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